Alma, no puede ser, estás cautiva,
a redimirte en vano te dispones,
¿qué importará que limes las prisiones,
si has de quedar esclava y fugitiva?
no en la cadena, por dureza esquiva,
admiración ni lástima propones,
que de la fuerza de sus eslabones
no hay libertad que sin envidia viva.
Forjólos el amor de la belleza,
en que mezcló el cariño y el recato
la discreción, la gala, talle y brío.
No será que se gaste tu fineza,
ni se podrá romper, que con el trato,
ha perdido la fuerza el albedrío.
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