No puedes consolarte como un muerto en la siesta,
roncando como un cerdo, sólo oyendo en la radio
las noticias de guerra, las canciones de moda,
detestando la luz, añorando la carne.
Hoy tendrás que salir a buscarte la vida,
a tomar unas copas, a mirar a las chicas,
a jugarte a los dados el ron de la tristeza,
a inventar nuevos sueños que te alarguen la vida.
Hay algo que arriesgar -existe la esperanza-
y buscar los paisajes de engañosas arenas:
kilómetros de luz detrás de los visillos.
Recupera el gabán y lánzate a la lluvia;
en el rancio bolsillo permanece el recurso:
una bala de plata que redima el cansancio.
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