¿En qué ingrato momento de la infancia,
como en medio perfil, volviste el rostro
hurtándole los labios a la dicha?
Atraviesa la bruma de los años
y mírame en la alberca contemplándote,
reverberante gozo en la pupila
de tiempo, desatado al Infinito.
Soy todos los amores que perdiste
por feliz cumplimiento, duradero
tal vez, o por anhelo mudo.
Y es mi mano la misma que de niña
acariciaba el sándalo del abanico
(abierta celosía en miniatura)
absorta fugazmente en el aroma:
adivinado umbral de la armonía.
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