Rojo temblor de frenos por la noche,
así sueño el amor, así recuerdo,
entre la madrugada olvidadiza,
sensaciones de turbia intimidad,
cuando tener pareja conocida
es un alivio para los extraños.
Borrosa gravedad del parabrisas
en la despreocupada seducción.
Porque los coches saben su camino
y van como animales en querencia
a la casa, sin dudas, entre besos
que nos duran el tiempo de un semáforo
y un poco más; porque decir mañana
es casi discutir el más allá,
y hablamos del dolor de los horarios,
alejados, cayendo en la imprudencia,
como los vivos hablan de la muerte.
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