Ha cesado la nieve, la pertinaz llovizna de estos días.
El sol
se extiende larga y perezosamente
sobre las negras charcas del suburbio.
El cielo luce azul. El aire es fuerte
y sacude
los miles de banderas, de banderas de paz,
que en cada esquina, cada rincón, pared de casa ajena,
han colocado todos los vecinos.
Los vecinos que habitan
bajo un techo menor
que una sábana abierta y extendida.
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