para Jorge Ruiz Dueñas
El navegante escucha la voz
del cielo nocturno.
Con el sólo instrumento de su vista
y un mapa trazado hace siglos
se guía por la Estrella Polar,
el multicolor destello de las Pléyades
de Sirio la luz más blanca,
la luz más pura.
Tras la urdimbre de las nubes
se tejen los destinos del viajero
el sonido de nocturnos caracoles
mece el trayecto de la nave.
Con la piel curtida de estrellas
la mirada que descifra tempestades
en el color del viento
nos conduce
hacia el más seguro de los puertos.
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