Siempre la rosa. Siempre agonizante.
Inclinada o erguida, turbadora.
Al filo de la tarde o de fa aurora,
coronada en sereno de diamante.
Estancia del amor, rosa fragante.
El fango no la ve y ella lo ignora.
Estancia triste donde apenas mora
la rosa silenciosa y el instante.
Aquí vivió la rosa. Noche y día
en la saudade del recuerdo crece
y se copia y dilata en su perfume.
y sigue prolongando su agonía
por el mal de la espina que padece
y fa llama de amor que la consume.
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