El que se arroja al agua tomado al ralentí
diseña un arabesco filiforme
y en tal cifra quizá se identifica
su vida. Quien está en el trampolín
aún está muerto, muerto quien vuelve
a nado hasta la escala tras el salto,
muerto quien lo fotografía, no nacido
quien celebra la empresa.
¿Está pues vivo
el espacio de que vive lo moviente?
¡Piedad por la pupila, el objetivo,
piedad por cuanto se hace manifiesto,
piedad por el que parte y el que llega,
piedad por el que alcanza o ha alcanzado,
piedad por quien no sabe que la nada y el todo
sólo son velos de lo Impronunciable
piedad por quien lo sabe, quien lo dice,
quien lo ignora y va a tientas en la sombra
de las palabras!
Versión de José Ángel Valente
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