¿Cómo va el mundo, Rijmenam?
¿Matan a golpes a los hutus en Ruanda todavía?
Los cadáveres salían de la pantalla,
medio millón de esqueletos en una semana,
cómo apestaba allí con ese calor,
nadie para enterrar muertos durante
la fiesta de larvas.
Los Salvajes de Europa han dejado
la matanza, Vukovar, Sarajevo,
bastante se tiñeron de sangre.
¿Chechenia? ¿Y Pakistán?
¿Y Corea del Norte? ¿Y Vietnam?
El hambre en Somalia se ha pasado de moda ya,
Guatemala ya no está en la lista, San Salvador
parece muy , muy feliz, y Argentina, Brasil,
México, volcanes, pero apagados
en la miseria y en la sangre.
Ayer Irán tembló: una pequeña parcela,
no es para tanto, ni siquiera tres mil muertos
en uno o dos minutos.
En Japón fue más duro en la Bahía de Sagami,
casi cien mil, un número razonable;
pero hace demasiado tiempo,
y la sensación está olvidada.
¿Qué importa? ¡Es sensación!
La tierra tiembla para tantos
cuando viene su tiempo
y se los sacude de sí.
Sacudirse unas cuantas veces,
no importa,
incluso sin sacudir las cosas van
-un eufemismo de ‘tropiezan’-
empeorándose.
Sé lo que me espera,
la puerta está entornada en una mueca
que odio voluptuosamente, pero
por donde pasaré a su tiempo,
y no importa cómo el universo,
el mundo y mi Rijmenam
estén ahora y estén después.