Se esforzaba. Su jadeo
ante el jardín clausurado
era el de un ciervo asustado.
La furia -más que el deseo-
de penetrar, era el reo
que lo impedía… Que ejerza,
según la torre se tuerza,
jaque anexo, desviada,
y cifre, en esa morada:
«más vale maña que fuerza».
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