Se evaporó su nombre y ha quedado
su recuerdo en mi ser desvanecido,
como queda un arbusto alzado en nido,
ya sin trino, en el aire, despojado.
¿Cómo era su nombre? ¿En qué ignorado
alfabeto del aire está perdido?
Y una voz acercándose a mi oído:
Se llamaba -me dice-… Lo he olvidado.
Aún queda su perfume. Pero en dónde,
si él con su nombre estaba confundido
como el llanto en la lágrima se esconde?
Se lo pregunto al aire estremecido,
mas en el aire sólo me responde
un silencio que cruza hacia el olvido.
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