He paseado a orillas de la Folie.
A las preguntas de mi corazón,
Si no las planteaba,
Mi compañera cedía
-Así de imaginativa es la ausencia.
Y sus ojos decrecientes como el Nilo violeta
Parecían contar interminablemente sus ganancias que se extendían
Bajo las piedras frescas.
La Folie se tocaba con largas cañas cortantes.
En alguna parte aquel riachuelo vivía su doble vida.
El oro cruel de su nombre, súbitamente invasor,
Acudía a presentar batalla a la fortuna adversa.
Versión de Jorge Riechmann
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