Creímos que todo estaba
roto, perdido, manchado…
-Pero, dentro, sonreía
lo verdadero, esperando-.
Juan Ramón Jiménez
Serenamente digo:
«Empiezo.» La mañana
se desnuda. Testigo
único, la campana.
Su son, su son lejano
me salva, me convoca.
Plenitud del verano:
la flor sobre la roca.
Cielo malva, luz pura.
El agua se despeña.
Arriba, una figura
-memoria, tiempo- sueña.
La palabra no brota
de los labios. Asombro.
Una mirada -¿rota?-
dice lo que no nombro.
Empiezo. Lento, vuelvo
la página. Y escribo.
Y en la tinta me absuelvo
y me condeno. Y vivo
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