Sí, cuéntame tus tiempos de geranios,
tus blancos plenilunios en la arena
bruñida por el mar de la bahía
y el tuétano de siglos y memorias.
Sí, háblame de aquellas alboradas
que aún llevas indolentes en los ojos,
de brisas otoñales y veleros
cruzando el horizonte de tu playa.
Sí, dime; yo te oigo y enmudezco
parado ante la voz de aquellas horas.
Yo sé que primaveras en tu boca
son gotas de cristales en la niebla,
mas, háblame y sonríe, no adolezcas
de patios y jazmines nocturnales.
Descifro tus palabras en el éter
cansado que se esconde en tu mirada.
Preludio es que tus sueños prevalezcan
al tiempo y al cansancio y al olvido.
Sí, dime, mientras yo callado observo
la tarde que ensombrece tus arrugas.
Añadir un comentario