Si un afecto, Señor, puedo ofrecerte
al culto de tus ídolos atento,
con lágrimas de amor te lo presento;
tú en víctima perfecta lo convierte;
que en este sueño tan intenso y fuerte,
de tus misericordias instrumento,
no imagen imitada es lo que siento,
sino un breve misterio de la muerte,
en quien con ojos superiores miro
mi fábrica interior oscurecida;
báñela aquella luz, Señor, aquella
que inspira perfecciones a la vida,
pues permites que goce sin perdella,
experiencias del último suspiro.
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