Es tierno su mirar; su voz discreta;
del bohemio vivir tiene el encanto
y en el rostro de nácar el quebranto,
la marchitez de lánguida griseta.
Ilusiona mi vida y la completa,
y, una con mi sentir, canta si canto;
y si me ve llorar, corre su llanto
por mi abatida frente de poeta.
Ama todo lo que amo; el silencioso
vagar nocturno; el organillo errante,
el barrio extremo; el cafetín dudoso,
sólo ignora una cosa: su belleza,
y recibe, con plácido semblante,
el regalo casual de mi pobreza.
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