Que no sepa la rosa que la miras
ni sepa nunca el agua de tu sed.
Que las nubes
no se sientan flotar
en el azul profundo de tus sueños.
Que nunca sepa el mar
que palpita tu ser al ritmo de las olas.
La montaña,
que no te oiga suspirar sobre su pecho.
El bosque,
que ignore que podría extraviarte.
Que no sepa la tierra cómo mirar
sus frutas más sabrosas
y festejen tus ojos su belleza
sin que ella lo sepa.
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