No es tan tóxico ya: también caduca
el amor en la fecha señalada en su dorso.
Ya no es ese veneno
tan eficaz, ni acaso necesaria
la urgente sobredosis. Qué cualidad letal
la del amor filtrado en la memoria.
Regreso a las palabras y compruebo que nunca
se contagian o enferman con las fases
de mi intoxicación o mi delirio.
Siempre más sanas, siempre
a punto de ser dadas de alta y de dejarme
un poco más enferma. Y nunca simultánea
he sentido la fiebre en mi otro cuerpo,
el que tiene por vísceras palabras.
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