Bajo mi torso sonreías,
bajo mi abrazo.
Bajo mis ascendentes escaleras,
bajo las nupcias que a tu lecho llevan.
No es sombra ya mi corazón hecho badajo
que golpea la campana de mi tórax.
Mis huesos quieren descoyuntarse,
salirme enfurecidos hacia arriba,
abandonarme.
Mis huesos quieren danzar
en ritmos de alegría.
Y es que tengo con tu pasión queveres.
Tengo a tu cintura aprisionada.
Y un cielo azul muy duro
anuncia a nuestros vientos el invierno.
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