Para ver si sus ojos eran cuales
la fama entre pastores extendía,
en una fuente los miraba un día
Dórida, y dice así, viéndolos tales:
«Ojos, cuya beldad entre mortales
hace inmortal la hermosura mía,
¿cuáles bienes el mundo perdería
que a los males que dais fuesen iguales?
Tenía, antes de os ver, por atrevidos,
por locos temerarios los pastores
que se osaban llamar vuestros vencidos;
mas hora viendo en vos tantos primores,
por más locos los tengo y perdidos
los que os vieron si no mueren de amores.»
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