Entre armas, guerra, fuego, ira y furores
que al soberbio francés tienen opreso,
cuando el aire es más turbio y más espeso,
allí me aprieta el fiero ardor de amores.
Miro al cielo, los árboles, las flores,
y en ellos hallo mi dolor expreso;
que en el tiempo más frío y más avieso
nacen y reverdecen mis temores.
Digo llorando: «¡Oh dulce primavera!
¿Cuándo será que a mi esperanza vea,
verde, prestar al alma algún sosiego?»
Mas temo que mi fin mi suerte fiera
tan lejos de mi bien quiere que sea
entre guerra y furor, ira, armas, fuego.
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