Al costado de la estación,
alborotados, los grillos expresan
cánticos ancestrales, legados
de la hierba.
Los viajeros llegarán y se irán
explorando madrugadas polvorientas,
donde una compañía les seguirá
sin que la vean.
(El sonido verde de la espera).
Comentarios sobre el poema
Apreciado, Héctor;
he estado leyendo cosas sobre ti, y tuyas; estoy impresionado, y contentísimo por tu éxito, pero no sorprendido, porque conocí algunos de tus primeros poemas incluso antes de que los publicases («…en la cárcel de la memoria no hay lavabo…»), de «Visiones…» o de «Espejos…» y algún otro, en largas charlas amigables/informales en el CAU D’ART (casa del amigo Lee, gran maestro de los teclados, musicales) en Rubí, o alrededor de una mesa cenando, o simplemente en la calle, cercanos a tu domicilio o al mío en ese momento, en un margen o en el otro de la riera de Rubí. Disculpa si he decidido, después de tantas «lunas», escribirte. El caso es que me gustaría echar un rato contigo de charla, una comida, o una cerveza. Te dejo mi correo electrónico (el único que consulto a diario, obligado por el trabajo) por si te apeteciese o/y pudieses contactarme, porque yo he sido incapaz de hallar ninguna dirección de correo tuya. Mi correo es [email protected].
Me encantaría que nos viésemos (es posible que hayan pasado ya al menos 30 almanaques desde la última vez. «C’est la vie» !!, tema de Emerson Lake & Palmer que conocí por ti, y que desde entonces no ha dejado de acompañarme). Espero que puedas contestarme. No estoy conectado con la literatura, ni con la poesía, pero sí con la memoria.
Un abrazo.
Alberto Fernández Teruel
Alberto Fernández Teruel