Soy garridilla e pierdo sazón
por malmaridada;
tengo marido en mi corazón
que a mí agrada.
Ha que soy suya bien cinco o seis años,
que nunca de él hube camisa nin paños
azotes, palmadas y muchos susaños
y mal gobernada.
No quiere que quiera ni quiere querer,
ni quiere que vea ni quiere veer;
mas diz el villano que cuando él se aduerme
que esté desvelada.
Estó de su miedo la noche despierta;
de día no oso ponerme a la puerta;
así que, mezquina, viviendo soy muerta
y no soterrada.
Desde el día negro que le conocí,
con cuantos servicios y honras que le fiz,
amarga me vea si nunca le vi
la cara pagada.
Así Dios me preste la vida y salud
que nunca un besillo me dio con virtud
en todos los días de mi juventud
que fui desposada.
Que bien que mal, sufro mis tristes pasiones,
aunque me tienten diez mil tentaciones;
mas ya no les puedo sufrir quemazones
a suegra y cuñada.
Mas si yo quisiere trocar mal por mal,
mancebos muy lindos de muy gran caudal
me darán pellote, mantillo y brial
por enamorada.
Con toda mi cuita, con toda mi hiel,
cuando yo veo mancebo novel,
más peno amarga y hago por él
que Roldán por su espada.