¡Oh!, María iluminada.
Madre del Hijo del cielo,
que lavó nuestras culpas con su sangre
que también es la tuya…
ruega por las ignoradas de la tierra.
Si la hechura femenina,
herencia de Eva, produce trigo
donde sólo hay hierba,
y convierte manzanas en veneno.
Si Dios te concedió la vida y el milagro
de parir,
si estás hecha a su imagen y semejanza,
¿por qué nos marcas con la absurda ocurrencia
de hacernos esclavas?
María,
Madre del cielo y de todas las hembras,
manifiesta tu poder en la Tierra:
Convierte en rosas las heridas de Tu Hijo,
no dejes que la cruz que lo sostiene
se transforme en puñal para salvarnos.
Líbranos de la discriminación de nosotras mismas.
Añadir un comentario