Todo es diferente ya cuando agitas la mano
para decirme alguna cosa y adiós
en el momento mismo en que el tren comienza a partir.
Entonces me doy cuenta de que estoy solo en el andén,
solo en medio de la gente que no se conmueve
al ver cómo te me alejas.
Y ahora pienso
que este adiós no es igual a los otros,
que no volverás nunca y, sin embargo,
no he dejado de amarte.
¿Ves?, es fácil
perderse, ocioso, por viejas avenidas
con arena de recuerdos, y cansarse
intentando caminar cuando queda la presencia áspera
de un tiempo al que un solo gesto ha hecho un estorbo.
Tan profunda, la clara quietud de tus ojos
no es más viva que esta
tarde que ahora reanudo
un tanto nostálgico porque tú te me alejas.
Versión de Adolfo García Ortega
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