Te han nacido los ojos con preguntas,
y sin cesar me asedias preguntando.
Y yo sin contestar… Hija, ¿hasta cuándo
mudos tú y yo: dos ignorancias juntas?
¿Hasta cuándo en silencio irán las yuntas
de tu asombro y mi amor; de mí, temblando,
y de ti, poco a poco, asegurando
música sin palabras…? Sé que apuntas,
en brotes de miradas, rosas rojas
que un día se harán voz contra mi pecho
y tendré con la voz que responderte.
Se turbará mi otoño entre tus hojas,
y las mías serán un vasto lecho
donde al hundir tu pie suene mi muerte.
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