Tiempo en que el corazón quiere saltar descalzo
y en que al árbol le salen senos como a una niña.
Nos asalta el deseo de escribir nuestras cosas
con pluma de golondrina.
Estos charcos apenas son copas de agua clara
que arruga un aletazo o un canuto de hierba
y es el aire de vidrio una marea azul
donde el lento barquito del insecto navega.
Chapotean a gusto las sandalias del agua.
Los mosquitos parece que ciernen el silencio
y los gorriones cogen en el pico la perla
del buen tiempo.
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