Todo me da vueltas.
Irlanda está lejos, como tú,
equidistantes de mi corazón
que no os ama.
En la nevera del barco, entre julias,
olvidado en el palo mayor,
mi corazón se cuenta entre los animales más lentos del bosque.
No es su turno
y está todo tan difícil
como en los vestidos de las mujeres de Belfast.
Botón por botón
me hacen aún más desgraciado
y no debo rasgarlos como si esto fuera mi pasión
y aquello mi cerebro.
De lejos,
ni Irlanda ni tú:
mi estómago no os ama. Amanece con nudos
y eso es todo.
Es rápido, pero cobarde.
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