Abra el surco en la gleba tu misma mano;
que el sudor de su rostro fecunde el suelo;
lanza cada semilla con un anhelo
y siembra una esperanza con cada grano.
Trabaja cuanto puedas, que bajo el cielo
nadie ha hecho ninguna labor en vano:
hay siempre una conquista por cada vuelo
y una América oculta tras cada arcano.
Lucha, que aún es tiempo y la vida corta,
la faena comienza, que nada importa
lo fatigosa y larga que ella te sea.
La cosecha es el premio de lo sembrado:
el hombre su sustento debe al arado
y su progreso el mundo debe a la idea.
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