Cuando cae la tarde
un rostro azul te abandona furtivo.
Un pájaro canta en el tamarindo.
Un monje apacible
junta sus manos ya muertas.
Un ángel blanco visita a María.
Una corona nocturna
de violetas, trigo y uvas purpúreas
es el año de quien contempla.
A tus pies
se abren los sepulcros de los muertos,
cuando posas la frente en tus manos plateadas.
Silenciosa habita
en tu boca la luna otoñal,
sombrío es el canto ebrio del opio;
flor azul
que suena quedamente en piedras amarillas.
Versión de Helmut Pfeiffer
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