Ahora,
atado al mástil de la indecencia,
ahogado entre mi semen y mi sangre…
Desespero.
Después,
contando posibilidades imposibles,
inventando odiosidades venideras…
Agonizo
Mañana,
sacudiéndome el polvo del camino,
arrimándome a la sombra que sofoca,
a la línea que se rompe, a la puerta que se abre…
Muero.
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