Escollo de buriles y pinceles,
es tu boca una vívida granada
que pide, tentadora y encarnada,
un beso audaz que la disuelva en mieles.
Cuando a la risa abandonarte sueles,
difunde en rededor tu carcajada
el grato olor a fruta sazonada
que hay en la intimidad de los vergeles.
Es abreviada gruta de frescura,
constreñido paréntesis de flores,
animado jardín en miniatura.
La besara con férvido embeleso
para sentir, muriéndome de amores,
la eternidad en lo fugaz de un beso.
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