a Pepe Sanchis y Magüi, que conmigo
conocieron Belchite.
Hemos ido otra vez, entre las piedras,
a través del partido panorama de la adoba
y el cierzo venteando en los rincones,
a aquel lugar abandonado hoy-
donde papá mamó de nuestra abuela.
Hemos ido de yerbajo hasta la tumba,
de bóveda caída hasta la fuente
y nadie presenció nuestra presencia.
Está todo batido por la yedra.
Todo se hace cielo abierto hasta la entraña.
Todo se hace paisaje,
todo se hace monte,
solitario matojo, viento y horizonte.
Los recuerdos anidan entre el polvo,
la tapia derrumbada y el ocaso del cielo.
Un día y otro día los abaten,
los rompen, los trituran,
y al final ni tumbas, ni páramos ni yedra:
Sólo olvido.
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