(A Claudia Hérodier)
Ella hace llover fuego del cielo
Y con madeja de nubes entrelaza los sonidos.
Esculpe la palabra con fragua y martillo,
En un ángel demoníaco que adora su libertad.
Bálsamo que florece en mayo,
Cáscara inexpugnable de las dudas,
Guarida de pájaros heridos,
Ciclón de cabellos largos
Señalada por índices acusadores.
Mujer que juega a ser madre felina.
Creadora de lo irreal,
Dueña absoluta de la luz y la oscuridad.
Para esta poeta no hay tiempo de morir,
Lleva entre sus manos
Un cargamento de flores silvestres,
Una pieza de soledad ensayada
Y ráfagas de incontenibles sueños.
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