Al llegar a Florencia, se entrelazan
luminosos recuerdos con vivencias
de cercana ebriedad. Transcurre el día
plasmado en asimétricos espejos
que un remanso del Arno desdibuja.
Al llegar o al partir, qué importa entonces
si atraviesan el tiempo las palomas
del alma… Quiero aquí bajar mis ojos
al húmedo cristal donde se funden
un escorzo, una cúpula, un ducado.
Añadir un comentario