(Sobre de un tema de Anacreonte)
Pienso que tú, y el sueño me envanece,
una muchacha sólo,
vendrás hacia mi encuentro preguntando por mí.
Juegas con una rama de mirto y da tu pelo,
como rosa, leve sombra a tu espalda.
Mas yo, después de tanto tiempo solo,
¿cómo sabré besarte sin que dejes
de jugar con tu rama,
sin que mis manos borren
la sombra de esos pétalos?
Es, pues, mejor que sigas
vagando por mi sueño.
No quieras ser real
ni vengas hasta mí. Vete, muchacha.
Hay todo un mar enfrente de las ruinas.
Añadir un comentario