Yo las miré juntándose en un acto
de pío amor, por el amor transidas.
Sutil comparación de nuestras vidas:
la dicha igual y el corazón exacto.
Qué vanidad de nieves en el pacto
de tus manos unánimes, unidas
sin otro espacio entre las dos, floridas,
que el jardín invisible de su tacto.
Blanco efluvio de angélicas redomas,
nubilando las bóvedas sombrías,
mezclaban los inciensos sus aromas
a la blancura de tus manos pías.
Qué emulación de nubes y palomas
bajo los cielos de las letanías.
Añadir un comentario