Veo pasar los hombres los muchachos algunos
tan hermosos
con sus sacos de arena
pero son de otra especie aquellos que amo yo
no me importa que oculten su sombra en el armario
ni que olviden mi nombre en el perchero de un café
aquél lleva una caja
de muerto sobre los hombros y está ausente
éstos escarban en las dunas
o sonríen cansados
como príncipes
ellos sí se merecen un saludo
sobre todo el que acude al final del banquete
-nunca había llegado así de bien vestido-
como si viera un gesto que flotaba en el aire
sus ojos se extasían
quisieran ir tras él
luego se ha desplomado
sin revelar una palabra
de la herida que esconde bajo el pecho
los hombres
cuando mueran del todo
asomará un reguero de sangre en sus solapas
ese día serán mis semejantes
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