Ya sabemos lo que cuesta
vencer la resistencia tenaz
de dos piernas unidas
el sabor
de algún aliento amargó el aire
de madrugada en nuestras fauces
y el cuerpo resultó torpe al despertar
o se quejó triste por un frío olvidado
y sin embargo
más de una vez se nos otoñizan los árboles,
brilla la calle bajo la lluvia amarilla,
damos lumbre a un paseante solitario
por el puerto
y silbamos una melodía
ramplona, ya tarde, cuando los veleros
mienten puertos ansiados y el aire
salino no pregunta
¿quién,
quién no teme perder la que no ama?
Nunca desayuné en Tiffany
ese licor fresa en ese vaso
Modigliani como tu garganta
nunca
aunque sepa los caminos
llegaré
a ese lugar del que nunca quiera
regresar
una fotografía, quizás
una sonrisa enorme como una ciudad
atardecida, malva el asfalto, aire
que viene del mar
y el barman
nos sirve un ángel blanco, aunque
sepa los caminos nunca encontraré
esa barra infinita de Tiffany
el juke-box
donde late el último Modugno ad
un attimo d’amore che mai più ritorneraà
y quizá todo sea mejor así, esperado
porque al llegar no puedes volver
a Ítaca, lejana y sola, ya no tan sola,
ya paisaje que habitas y usurpas
nunca,
nunca quiero desayunar en Tiffany, nunca
quiero llegar a Ítaca aunque sepa los caminos
lejana y sola.