¿Y esta melancolía? ¿Por qué tanto abandono
si no hay una razón o por lo menos nueva,
si no existen rencores ni nos muerde el encono?
¿De qué ese sentimiento que al ánimo subleva?
¿A qué causa atribuir tan ciego pesimismo?
¿Qué motivo encontrar a esta tenaz congoja
si son nuestros estados un puro fatalismo?
¿Qué es, por fin, lo que al alma tanto y tanto la enoja?
La ansiedad de vivir en vértigo, de prisa,
exacerba la mente a punto culminante,
ya que ante el tiempo escaso en todo se improvisa
y el destino de un ser se juega en un instante.
Y es eso lo que al cabo del día nos aplasta
para cuyo consuelo la oración sólo basta.
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