El gran puente no llevaba hacia ti.
Te habría alcanzado hasta navegando
en las cloacas, a una orden tuya.
Pero ya las fuerzas, con el sol en los cristales
de los miradores, se iban agotando.
El hombre que predicaba bajo la Media Luna
me preguntó: «¿Sabes dónde está Dios?» Lo sabía
y se lo dije. Movió la cabeza. Desapareció
en un torbellino que arrastró a hombres y casas
y los alzó, muy altos, sobre la oscuridad.
Edimburgo
Versión de Jesús López Pacheco
Añadir un comentario