La consigna es: fusilar
palabras, en detrimento
-o quizá provecho
de nuestro ‘rico lenguaje’,
romperle el sexo al verbo,
descodificar el caos,
asestarle en suma
un golpe
en el trasero
a lo sublime.
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La consigna es: fusilar
palabras, en detrimento
-o quizá provecho
de nuestro ‘rico lenguaje’,
romperle el sexo al verbo,
descodificar el caos,
asestarle en suma
un golpe
en el trasero
a lo sublime.