Sentir de niña el alma
es poder apretar fuerte
el ahora entre los brazos,
hasta que no se vaya.
Es saber dejar atrás
dolores y memoria.
Mirar al frente,
erguirse entre fantasmas.
Darle paso al amor,
sentir la vida
honda y visceral.
Es inventarse alas
y salir a volar
sin destino cierto
y entonces,
renacer entera
cada madrugada.
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