Cuando terminó su prédica John
Lawrence, vino a mí una yámana
y me habló:
Todo esto
ya nos lo había dicho Watauinewa Sef,
El Eterno en el Espacio de Arriba.
Él observa nuestros actos:
Que cada cual trabaje con esmero,
que nadie robe al otro,
que cada uno se conduzca
como es la buena costumbre de los yámanas.
Al partir de cacería pedimos:
A nosotros ser propicios hoy, Hidabuan.
Y si alguna desgracia nos sorprende, si
algún alma vuela lejos sobre el mar,
increpamos al Gran Asesino Allá Arriba:
Tú nos lo quitaste. Entonces Tú, Arriba,
Wollapatuch, ¡Sostén a nuestros hijos, mío
Padre: Tú cruel!
Cuando terminó su prédica John
Lawrence, vino a mí una yámana
y dijo:
Sé bueno con nosotros, Padre
mío: salva nuestra canoa.
Estamos muy contentos hoy, con nuestro
padre, agregó.