Yo sé que la esperanza está viva, y que dentro
del corazón su lámpara dulcemente ilumina;
¡mas ya sin entusiasmos y sin fuerzas me encuentro
para arrancarle nuevos tesoros a la mina!…
En el jardín, a veces, de mis recuerdos entro
y encanezco de angustia mirando tanta ruina…
¡Cipreses y naranjos marchitos, y en el centro
una fuente que nunca de Sollozar termina!…
Yo sé que Lindaraja con sus besos pudiera
dar a mi otoño un nuevo frescor de primavera…
Pero está tan remota, ¡y es tan largo el sendero!…
¡Y me encuentro tan pobre, tan triste y tan rendido,
que a buscarla de nuevo por la vida, prefiero
soñar eternamente que jamás ha existido!…
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