Yo soy esa muchacha que ha besado la tierra
para posar los besos que le sobran.
Yo soy esa muchacha que desea callando
lo que se aleja siempre de su mano vacía.
Blanda pulpa jugosa para mecer el aire;
blando temblor intacto que una caricia anega.
Sedienta y absoluta,
muchacha que se besa la curva de sus hombros,
que se acaricia lenta, con dolida ternura.
Garganta donde canta la sagrada alegría,
donde los gritos crecen de plenitud ahogados.
Muchacha sola y firme que arrebatadamente
crece para sí misma su vegetal milagro,
cuando la tierra vuelca su prometida entrega
y una dulzura virgen va invadiendo los ramos.
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