Zazen de Javier Sicilia

I
Sentirte, Amor, es contemplar el muro,
el muro blanco, limpio ante el que rezo,
espejo de la luz, desierto yeso,
cerrada claridad, confín más puro.

Sentado ante su luz el día es duro,
duro tiempo sin fin, vacío ileso,
donde el cuerpo extravía forma y peso
y ausente se contempla más seguro.

Yo me abro mi Amor a este vacío
en el que a solas soy blanco desierto,
espacio sin lugar y polvo yerto,

polvo de luz, ausencia ya sin brío.
Nada queda de mí que estoy abierto
sino esta claridad donde te espío.

II
Herido por tu luz ya nada espero
de mi cuerpo que es éxtasis del día,
polvo absuelto en la luz del mediodía,
paja seca quemada por Tu esmero;

es luz la suave tarde de este enero,
luz mi pan y la alcoba húmeda y fría,
mi mujer, la ciudad y la alegría
de mi alma que arde en tu brasero.

¿Qué puedo ya esperar si todo es fuego
que cotidianamente me calcina
y deja en lo más hondo su sosiego?

Todo en la vida es luz de tan amada,
sólo mi cuerpo es paja, leña y brizna
que consumido en luz es tierra, es nada.

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