I
A manera de salmo de ausencia
Rebotan mis palabras
En las piedras oscuras del recuerdo
Y mis lágrimas ruedan ateridas
Y enhebradas con hilos en desfleco.
No hay soñador que sueñe los sueños de mi noche:
Apagado está el grito, muerto el clamor del alma:
Y un mudo seguimiento de fantasmas y sombras
Burlescamente hiere mi fría piel bronceada.
Te invito a que regreses y, con los brazos tensos,
Pregunto a los que llegan: ¿Vendrá hoy o mañana?
Y con el agua clara llovida de la rosa,
Lavo el último traje que viste mi esperanza.
II
Vienes de medianoche, -medianoche es distancia-
Traes el alma llena de orfandad y de espanto:
Tus ojos se suicidan en la angustia del tiempo
Y el frío se detiene a ver qué hay en tus manos.
¿Para qué recordar? ¿Para qué recordar?
Todos un día fuimos por ilímites rumbos
En busca de alegría, de luz, y retornamos
Bordoneando caminos y destrozando muros.
Para qué recordar?
El sol que alumbra sabe que somos todavía
Dos chispas ardorosas
Para encender la vida.
¿Para qué recordar, si las campanas dicen
Alegres tu venida?