«Por el número de escoriaciones
del buque conocemos la cantidad de
sus viajes:
por las escoriaciones de nuestra piel,
cuántas veces hemos amado.»
Cristina Peri Rossi
Había perdido el timón y las estrellas,
equivocó el marino muslos con bitácoras,
nacarados senos arrancó el arrecife
con los labios que el alba nunca había dormido.
Amanecía el buque y la sangre
debatíase en escamas plateadas sobre el mar.
Brazos como remos rizaban las olas, urgente
por tu cuerpo el beso, la travesía era.
Equinoccios de sal mordían sus ojos
dejándolo ciego
sonámbulo
náufrago de amor y otras batallas.
Sobre tu espalda
aguamarina una flor azul
al medio día
lanzaba por la borda.
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