Si vieras en qué playa te he querido
y en qué estrella te ocultas invencible,
qué acentos de mi voz has escogido,
hasta dónde te hunde lo imposible
desde mi sueño al tuyo melodioso
como una clara ola que me inunda.
Cruzáramos los dos el negro foso
de la tierra y el mar que nos circunda,
y cruzáramos más: la tibia fuente
de luz definidora, el campo serio
de flor que nos aguarda, y, lentamente,
hiciéramos de amor un fijo imperio.
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